lunes, 13 de julio de 2009

Unas historias después...

Decían que tenía que ir con mi abuelito, decían también que debía llamarle Don Ramón y no “abue” ¿qué me importaba eso?, si de por si sus historias ni me gustaban, serían puros chismes creo yo. “Que la guerra de sucesión esto, que en la universidad pasaba esto, que el dinero lo sacaban de la tierra, que los catedráticos quien sabe que”.
Pero, ¿y qué quería que hiciera?, ¡tenía solo siete años!
El sillón era rojo, rojo vino, y tenía siempre el olor de Don Ramón, pues ahí hacía de las suyas, conmigo, me acorralaba a base de juegos mentales, era similar a tener un pacto con el diablo, una vez que entrabas al juego no podías salir, y si salías que bueno porque te iba a atrapar de nuevo.
Después.
_Baja a comer. ¿No me oyes? ¡Baja a comer!_
_No tengo hambre abuela, gracias._
_Pero si llevas sin comer desde ayer ¿qué es lo que te molesta hijito?_
_No me gusta la bulla de toda la gente que anda por ahí en la cocina_
_Te equivocas, no hay nadie aquí más que yo.
_ ¡Opa!, pero claro que sí, es más, ¿quieres que te diga la historia que acabo de enterarme mientras oía el barullo ese de mi abuelo y sus amigos allí abajo?
_Pero, sabes que no me gustan esas historias, deben ser puros chismes hijito, ni me los cuentes ¿Qué quieres que haga?
Entonces.
_ ¿Por qué estás llorando abuela? Perdóname, ahora bajo.
_Ven aquí abuelita, ¿por qué estás llorando?
_No es nada mijito, perdóname, me acordé de tu abuelo, nada más.

Unas historias después, sal, que el tiempo no para.

1 comentario:

  1. tenes que contarme mas a fondo esta historia por favor, conste! queda pendiente para ese pocillo que tomaremos!

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