miércoles, 29 de abril de 2009

Cartas del Emir II

Viajé de nueva cuenta al oriente medio, esta vez por voluntad propia.
Una banda de beduinos me contó que te habían visto cerca de la mezquita del desierto. No pude resistirlo y partí en tu búsqueda. El camino fue un tanto tortuoso, eso es cierto. En cualquier espejismo la mente se puede quedar, ahí, eternamente perdida y el té que probé al salir del harem, me supo a melancolia, pero no me desesperaré, llegaré pronto a la mezquita, te encontraré criatura del sol y compraré una hierba mejor.

Rojo

Fue  en tu casa. Lo recuerdo, lo voy a recordar.  Acababa de llover, llegué a tu casa, en la tarde (poco a poco las visitas se recorrieron a horas más largas) estaba sentada en la sala junto a todas las fotografías familiares. Estabas tú y tu mochila. Subimos. El aire pegaba en tu cabello mientras te veía,  te contemplé, contemplé un rostro nuevo, algo nuevo que registrar en mi memoria, un paisaje eterno, tu eterno rostro en un fondo de ladrillo  y ventanas abiertas.

Caminamos , la única vez que caminaste a mi lado a mi ritmo, con calma, en una tarde de lluvia, una perfecta tarde de agua. Despues tomamos un camión, usabas una chamarra con gorro color rojo. Las gotas pegaban en el  cristal mientras ibamos parados, uno junto al otro. Pagos completos. Charcos. Pequeñas miradas. Regresaste caminando a casa, yo tomé el  autobús.

lunes, 13 de abril de 2009

S.S. 09

Inhóspitos lugares
Insólitas situaciones
Increíbles personas
Intenso esfuerzo
Imponentes paisajes
Importantes experiencias


Imbéciles chistes?