lunes, 23 de febrero de 2009

Cartas del Emir

Viajé al oriente medio, pero fue por necesidad, me hacía falta un poco de papel de baño, en el camino mis pies pasaron por un leve rigor mortis, nada que un buen masaje no arreglara, luego dejé las puertas abiertas, todo el harem a la intemperie de esa banda de beduinos criminales, pero no todo fueron hechos inoportunos, mezclé mi té al salir del harem y me supo a tí, después, ya en el oasis: un destello, un chispazo de la vox populli salió a relucir, uno de esos que casi nunca se dan, pero que la comedia y la sincronización celestial conocen tan bien.

lunes, 16 de febrero de 2009

pure morning

"Hija, acompáñame con Doña Lala"
Frase predilecta por las mañanas de esos días en que había menos presión atmosférica y escolar sobre mi cabeza. Lo fascinante de la frase era que significaba ir a comprar fruta, generalmente papaya con yogurt o verduras para cocinar en la tarde, también significaba ir con mi madre bajo una sombrilla protegiéndonos del sol, desde mi casa hasta la tienda de doña Lala, a una calle de distancia. Los rayos del sol bajo la sombrilla destellaban en nuestros ojos, por momentos impidiéndonos ver el camino, mis piernitas frescas se movían al paso de mi madre, siempre llevaba unos shorts o mi pijama. En la tienda, las moscas rondaban sin cesar la fruta recién picada y los quesos exhibidos, Doña Lala era una mujer de unos 45 años, de una complexión muy grande y de gran carisma, siempre estaba asistida por alguna de sus hijas que a su vez cuidaban de sus hijos, ya era abuela. Al regresar a la casa, preparábamos mi madre y yo un delicioso desayuno para nosotras mismas, a las once de la mañana ya podía seguir recorriendo la casa con mis shorts de pijama. Hoy en día Doña Lala tiene ubicada su tienda en el mismo lugar de siempre, ahora vende también memelas y jugos, sus hijas la siguen ayudando, pero hasta este día creo que nunca sabré como se llama en realidad Doña Lala.
Sal