miércoles, 10 de diciembre de 2008

Se abre el telón ¿qué telón?

En realidad se inicia la eterna función de nuestros circos mentales destinada a este espacio de papel cibernético. Los shows están listos para exhibirlos al público, los payasos maquillados están, los ponis peinados, la cuerda ya está floja, los animales sueltos, el acerrín vuela, las palomitas, los magos, y nosotros honorables presentadores y maestros de ceremonia (por ahora) les presentamos un gajo de la mandarina. =)


Entramos en aquellas cavernas, se sentía el frío hasta los huesos, pero no era un frío conocido, era húmedo y pesadísimo.
Todos los expedicionarios llevábamos cascos protectores por si alguna idea nueva nos caía encima, en realidad no era una expedición planeada con esfuerzo, el tren se había desviado en la estación anterior y nos había dejado en esas grutas, éramos simples turistas, nada más ni nada menos.
Decían los habitantes de aquel pueblo tan alejado de la capital que solo gente con un determinado encanto había podido entrar en la gruta principal, que muchos habían tratado, pero salían lastimados al primer intento, sin embargo la gruta mayor, la principal albergaba también muchos peligros, sobre todo trampas que engañaban al encantador turista que había llegado hasta ahí por méritos que ni el mismo conocía de si.
Al parecer teníamos ese don, esa chispa que permitía seguir la expedición, que si había trampas, aun las desconocíamos, tomábamos precauciones para no quedar sepultados entre los escombros de romances y anécdotas pasadas todo ese tenebroso pasado que podría convertirse en nuestra tumba.
Teníamos lo que se puede llamar un líder, era un conocedor experto de las grutas y de todo el pueblo en general, era encantador, si había entrado y salido tantas veces de las cavernas, naturalmente que lo era. Y más que un gran conocedor era parte de los inicios de aquel pueblo, ahora tan gris y triste, muchas de las casas ahí edificadas habían sido muestra de su gran talento como arquitecto, hasta se podían encontrar estalactitas creadas por él, dentro de las grutas, pero eso no significaba que la fuerza natural que allí había no hubiese causado daño al que creó parte de sus atracciones. Una fuerza de choque, malagradecida y celosa de no ser ella misma la que guiara a sus turistas, ¿por qué tenía que ser él el guía? si yo soy la atracción, yo soy el pueblo y las cavernas. Me parece injusto.
Para nosotros los turistas tailandeses nos es reconfortante saber que contamos con un experimentado guía, que además de poseer el encanto, lo encuentra en cada uno de nosotros, pero nos acompaña aun así, pues conoce la fuerza negativa con la que suele responder este antiguo poblado y sus filosas y extensas cavernas.
Llevamos horas recorriendo el lugar, al principio parecía tan sorprendente y difícil de querer que se acabara el recorrido. Eran tan impresionantes esas estalactitas y estalagmitas llenas de fructíferas vidas, reencarnaciones exitosas, en fin un transitar por la vida espiritual y física muy exitoso, pero que por alguna razón la negatividad desencadenó lo que ahora eran esas peligrosas trampas en el camino, lo que causaba que los relieves y formaciones rocosas del lugar terminaran por aburrirnos a todos nosotros.
Claro que nuestra excursión organizada por el paradero de un tren con destino desconocido, tuvo que ser reconocida, todos los periódicos hablaban de nosotros, grupo de turistas provenientes de la provincia de Mae Hong Son, recorren con éxito las grutas de Groucho, conocidas por sus peligrosos senderos y filosas formaciones rocosas, recorridas decenas de veces pero con heridos o muertes lamentables.
Es un orgullo para nuestro país reconocer la labor altruista de estos expedicionarios, llegando a dejar huella, pues se ha informado a la prensa que se han encontrado diversos vestigios asiáticos y bebidas de nuestra tierra a través del pueblo y las cavernas de Groucho. ¡Enhorabuena!


"Vestigios asiáticos en su mente". 2008, Sal.

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